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atravesó el Paraná y fué á la estancia de Santa María, ya referida,le avisé el 18 al Comandante de aquella fuerza, que había cesado el armisticio, por su falta, y que lo iba á atacar.

El Paraná, en Candelaria, tiene nueve cientas varas de ancho, pero tiene un caudal grande de aguas, y es casi preciso andar cerca de legua y media por ambas costas, para ir á desembocar en el expresado Campichuelo. Frente al puerto donde tenemos las balsas, había una guardia avanzada,que así la veíamos,como ella á nosotros.

Ni nuestras fuerzas, ni nuestras disposiciones, eran de conquistar, sino de auxiliar la revolución, y al mismo tiempo, tratar de inducir á que la siguieran, á aquellos que vivian en cadenas, y que ni aún idea tenían de libertad; con este motivo, me ocurrió en la tarde del 19, ya estando el sol para ponerse, que cesase todo ruido, y se dijese en alta voz á la guardia paraguaya, que se separase de allí, que iba á probar un cañón.

Con el silencio y por medio del agua, corrió la voz las nueve cientas ó más varas, así como la suya de contestación, diciéndonos: Ya vamos. En efecto, se separaron, y mandé tirar á bala, con una pieza de á dos, por elevación, á ver si así creían que nuestro objeto no era el de hacerles mal, pero tanto habían cerrado la comunicación, que no había como saber de ellos, ni como introducirles algunos papeles y noticias.

Formé el ejército en la tarde del 18, y después de haberle hablado y exhortádolo al desempeñó de sus deberes, lo conduje en columna hasta el puerto, de modo