Página:Memorias de un perro escritas por su propia pata.pdf/67

Esta página ha sido corregida
69
DE UN PERRO

—Por eso, papá, cuando usted soltó su dinero, yo tomé una chirola i me dije: «Esta peseta es para mi mamá.»

—Pero ¿tú andabas en esa leva?

—Lo mismo que usted, papá; i yo, por seguir su ejemplo, ¿qué no haré?

—Basta de filosofías, i dime: ¿dónde está tu madre?

—No lo sé, papá... Como no hemos encontrado ocupacion, mi mamá me dijo: «Hijito, yo no puedo mantenerte: Búscate tú la vida como puedas, que yo haré lo mismo. Soi jóven, tengo buenos bigotes i, ya que tu padre nos abandona, tomaré la calle del medio.» Yo no sé qué calle es esa, papá; pero mo debe ser mala, porque despues supe que mi madre se habia tambien comprado una leva como la de esa señora tras de la cual andábamos hace poco usted i yo.

—Oye, muchacho: los hijos deben ser humildes como las ovejas que apacientan los curas: ellas deben hacer lo que dicen, i nó lo que los curas hacen. Lo mismo, los hijos...

—Pero, papá, creo que la mejor prédica de los padres i de los curas es la del ejemplo; i si un cura quiere tener ovejas honradas i honrados hijos un padre, ámbos no deben limitarse a dar buenos consejos, sino buenos ejemplos.

¡Diablos! el chico me habia salido mas filósofo que yo!

No me atreví a argüirle, me mordí los mostachos, i me limité a decirle con jesuítica mansedumbre:

—Hijo, ahora tengo bastante dinero, no sólo para costear tu alimentacion i la de tu madre, si-