Página:Memorias de un perro escritas por su propia pata.pdf/64

Esta página ha sido corregida
66
MEMORIAS

XVI

Con una fortuna en el hocico, sin ser artista lírico, eché a andar sin brújula ni norte.

Apesar de ser oscura la noche i de no llevar mi talego ninguna marca por la cual se conociera su contenido, todos los perros me saludaban al pasar como si yo hubiera sido banquero o arzobispo.

¡Poder del oro!

Adivinaban que era yo un perro rico, i, sin echarse a averiguar el oríjen de mi riqueza, todos me rendian párias como a gran señor.

¡Hasta los pacos me daban la acera cuando pasaba cerca de ellos!

Esa noche no se habrian atrevido a darme una albóndiga envenenada.

Si Cuatro-Remos gozó del respeto i consideracion de toda Valparaiso, no fué tanto por sus servicios prestados el cuerpo de bomberos, cuanto porque fué perro a quien nunca le faltó una chaucha en el hocico.

¡Poder del oro!

Hasta me hizo olvidar a Musidora i a Torquemada.

Como que pensé suplantar a la primera i negarle los alimentos al segundo. Rico, dueño de aquella fortuna mal habida, me sentia medio presbítero, medio banquero, i por lo tanto, ingrato i poco querendon con las personas pobres de mi familia.

Lo primero que se me ocurrió cuando me vi poseedor de la fortuna del ciego, fué enterrarla en lugar seguro, e ir sacando noche a noche lo