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DE UN PERRO

Nos instalamos en la puerta de Santa Ana, i allí mi amo, rosario en mano, con el tono mas quejumbroso, pedia a las beatas.

—Una limosna pal pobre ciego, mi señorita, por el amor de Dios, Nuestra Señora del Tránsito, Nuestra Señora de Dolores, Nuestra Señora del Cármen i las benditas Animas del Purgatoooorio.

Con el estremo de mi cadena en la siniestra, i con la diestra estirada, aguardaba el pordiosero el óbolo de la caridad, que caia de cuando en cuando ya en plata, ya en cobre.

Echado yo al lado afuera del templo, iba contando las limosnas dadas a aquel pobre inválido que, como el prisionero del Vaticano, comia i bebia mejor que muchos que trabajan i no pordiosean.

De Santa Ana nos fuimos a recorrer las tiendas del centro comercial, i de ahí a las casas de algunos poderosos,

Ello es que a las cinco de la tarde, mi amo habia reunido cerca de cinco pesos.

¿I Blas?

Ah! ese dia el lazarillo debia ocuparse en rondar una casa de préstamos, en compañía de ño Calistro, para darle un asalto en regla.

Ya entrada la noche, volvimos al chiribitil, donde encontramos a aquellos personajes alegres como unas pascuas i haciendo continuas libaciones con el cantarito, que habia ido varias veces al agua...rdiente.

A mí se me ató a la argolla, se me dieron algunos mendrugos, i el ciego hizo tercio a los borrachos.

—Compadro, ¿se hizo algo anoche por la vida?