Página:Memorias de un perro escritas por su propia pata.pdf/46

Esta página ha sido corregida
48
MEMORIAS

—¡Ah! mi querida Musidora! ¿i no podré verla?

—Nó, porque usted está incomunicado; pero puedo hacerle entrar a su hijito...

—Bueno... yo quiero ver a mi hijo... porque yo no soi como los presbíteros i frailes, que los niegan... El es hijo de Musidora, de mi primero i único amor... Tráigamelo usted, señor, tráigamelo usted...

El alcaide salió i regresó luego trayendo en brazos un perrito de dos meses de edad, gordo como una bolita, ñato como su abuelo i lanudito como una oveja ántes de la trasquila.

¡Poder de la sangre! En cuanto me vió el inocente, se desprendió de los brazos del alcaide i se desató en ladriditos de alegría.

Yo, con los ojos llenos de lÁgrimas, lo acariciaba i lo lamia paternalmente.

Pero el diablito no dejaba de ladrar i de morderles los talones a los demas reos políticos.

—¡Qué ladrador me ha salido! dije para mis adentros: voi a dedicarlo a la carrera sacerdotal. El chico tiene vocacion.

Cuando logré tranquilizarlo un poco, le pregunté por su mamá.

—¡Allá afuera quedó, respondióme, con unas longanizas que le traia a usted, papá; pero no han querido que se las entremos porque las tomaron por cartuchos de dinamita.

—¿I tu madre sigue en la compañía del señor Platuni?

Nos desertamos, papá, porque la concurrencia fué a ménos, el señor Platuni perdia plata en cada funcion i nos echaba la culpa a nosotros los artistas... Yo era payasito de la compañía... El señor Platuni se puso de un humor de perro... i