Página:Memorias de un perro escritas por su propia pata.pdf/43

Esta página ha sido corregida
45
DE UN PERRO

les, monjas i mujeres de todas edades i condiciones.

—Hum! me dije: este es convento como el de allá, i aquí deben tambien alimentarse con pan de grasa i chancho arrollado!

A las nueve, noté gran movimiento en el pórtico de aquel palacio.

En el pasadizo se formó la guardia i, acompañado de un galoneado personaje, salió un hombrecito de vara i cuarto de alto, a quien, como a mí en el Circo, le tocaron la corneta, pero sin hacer otra gracia que andar como yo en las patitas traseras.

Al poco rato, me quedé dormido.

Una algazara infernal me despertó.

Entraban ala casa i salian militares i mas militares.

Luego fueron llegando algunos paisanos, que a poco salian con zuecos de fierro, los metian en un coche, i éste, escoltado por una docena de carabineros, partia en direccion al Mapocho.

Yo no podia esplicarme aquello.

Pero temí por mi pellejo.

Así es que, recordando el consejo de mi compañero de aventuras en la noche de las albóndigas, me hice el muerto i, poco despues, me puse a patalear desesperadamente.

¡Ojalá nunca se me hubiera ocurrido tal cosa!

¡Estaba suprimido el derecho de pataleo!

No tardaron, pues, en meterme en un coche i llevarme... ¡a la cárcel!

¡Yo preso, un perro inocente, sin otro pecado en mi conciencia que mis amores con Musidora i el mordizco dado a frai Hilarion!