I yo me fuí detras de los dos.
Una vez ante la comunidad, el provincial lo interrogó:
—Diga el padre Hilarion: ¿qué significa ese zapato de mujer que trae su paternidad en la mano?
El padre Hilarion se puso a lloriquear i, despues de enjugarse las lágrimas con la manga de su hábito, masculló la siguiente respuesta:
—Padre maestro, este zapatito no es criminal... este zapatito es un recuerdo de mi mamá...
I se echó a llorar a mares.
Aquel llanto conmovió a los demas padres, que tambien se pusieron a llorar como unas Magdalenas.
Conmovido a su turno el provincial, se levantó de su sillon de suela, se dirijió al procesado i, echándole al cuello los brazos, esclamó:
—¡Oh! modelo de buen hijo, tipo acabado del amor filial! Perdóname, si pude sospechar de tu santidad.
El capitulo se acabó i yo me quedé meneando las orejas con aire de desconfianza.
Esa misma noche, que lo fué tan calurosa como la anterior, razon por la cual los padres dormian con la puerta cerrada a lodo i piedra, pero con los postigos de la ventana entornados, me tentó el Diablo por averiguar si todos los padres eran cariñosos con la memoria maternal.
I por la ventana me colé sijilosamente a todas las celdas,
¡Todos tenian al pié del lecho un par de recuerdos de la mamá!
¡I el provincial tenia dos pares!
¿Qué misterio era ese?