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MEMORIAS

contramos en presencia de un animalito que parece jente i que muestra ser mas devoto que muchos de nosotros. Casos como éste, no son raros en la historia del cristianismo. En los circos romanos, donde los cristianos eran despedazados por las fieras, hubo ocasiones en que los leones i los tigres se compadecian de los mártires i, en vez de arrojarse sobre ellos para engullírselos, se echaban a sus piés i les lamian las manos i la cara. Yo quiero consultar a la comunidad si no sería prudente admitir a este perro en nuestro convento, hacerle tomar el hábito i arrancar al mundo un perro que, fuera del claustro, puede corromperse i perder la gloria eterna, que a cada uno de vosotros os deseo.

—Amen, respondieron todos los padrecitos.

Yo, lo digo sin empacho, sentia una íntima satisfaccion, un desmedido orgullo, al ver a tan ilustres teólogos ocupados en mi canina personalidad, i dirijia alternativamente mis miradas a cada uno de los que tomaban parte en la discusion, que continuó de esta manera:

—Salvo el respeto que debo a mi superior, objetó un fraile flaco i amarillo, que parecia intelijente, debo observar que no me pareceria decoroso darle el hábito a un perro, por cuanto que ello importaria abrirles el apetito a los demas animales; i mañana querrian ingresar a nuestra comunidad los burros, los cabros i los cerdos que, con el pretesto de tener vocacion monacal, quisieran venir a llenar la de perro en nuestro refectorio.

—Sin embargo, arguyó un fraile vecino mio, es de fé que en el Cielo hai muchos animales, como es de fé que hai franciscanos en el Infierno.

Esta proposicion levantó tempestades.