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DE UN PERRO

un grupo numeroso de perros. ¿Era aquello una reunion política?

Nó: era una galante caravana.

Me acerqué a un quiltrillo i le pregunté:

—¿Qué andan haciendo, niños, a estas horas?

—Andamos en leva, me contestó, detras de esa muchacha.

¡La muchacha era una perra!

—Pero ¡tántos! repliqué.

—Bah! ¿No ha visto usted en los portales i calles de Santiago a una docena de mozalbetes de levita andar en leva detras de una chiquilla? ¿Por qué los cuadrúpedos no hemos de hacer lo que hacen los bípedos? Estas aventuras son mui divertidas. Sigamos la corriente, i ¡mucho cuidado no más con los pacos, que son mui celosos con la moral perruna, no así con la moral humana!

Yo, más por conocer el mundo que por torpe inclinacion, seguí tras de los Tenorios de cuatro patas.

Todos ellos parecian enfermos de disuria, i quien daba la voz de órden para satisfacer aquella necesidad menor, era la perseguida dama. Donde ella humedecia una piedra de esquina, todos levantaban la pata i hacian lo mismo, i yo tambien.

Como en los amorios humanos, en aquéllos habia peloteras mayúsculas: gruñidos, ladridos i tarascadas. Yo, que no podia olvidar a mi Musidora, i que iba sólo de cantor entre aquellos tunantes, miraba desde lejitos los pujilatos i me lamia los bigotes como para dar a entender que tambien tenia vocacion...

En una de aquellas marimorenas, nos vimos rodeados por siete u ocho pacos.

Memorias
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