— 88 —
«Fué entonces cuando Igor me propuso, por intermedio de su madre, este casamiento. Después de tantos instantes de amargura acepté sin titubear, e Igor comenzó los trá- mites con el soviet para realizar la ceremonia comunista de nuestro enlace. ¿Igor me ama? ¿Es un acto generoso de su parte, o un abuso al comprender mi impotencia? Me inclino a creer lo primero; él sigue siendo para conmigo el humilde servidor de siempre; quizás al ver la desesperación con que me estrecho a la vida por salvarme deba él también sacrificar algún cariño.
«La fecha se aproxima; pronto me convertiré en la aldeana que machaca pescado y prepara el samovar para el esposo que regresa del trabajo; es mejor que ese día ya no reciba más noticias de: ÁNA DE PRAZINKA>.
¡Qué choque me produjo esta carta! Era pre- cisa semejante conmoción para que yo me confesara que desde hacía tres años amaba a Ana sin quererlo comprender.
Y sin detenerme a reflexionar en los resulta-
dos de este viaje preparé mi maleta y salí esa