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locura, amigo mío, mas si se imaginara cuán- tas cosas se me ocurren... Á veces pienso que si Ud. me hubiera amado, en vez de quedar en el Yeniseisk, hubiéramos ido a otras tie- rras, mamá no habría muerto, y yo sería feliz...
«Comprendo que son extravíos, que no había razón para que Ud. me amara, y que fué como debía suceder. Sin embargo, estas refle- xiones no logran resignarme, y aun menos el casamiento con Igor Nickolevitch; pues tal como lo escribo, dentro de algunos días me habré desposado con el hijo de nuestra
sierva. T,
a delegación bolscheviqui que llegó a Yeniseisk se ha esparcido por las costas y los pacíficos habitantes comprados por el «vodka» se plegaron al movimiento. La cautela con que obraba Natacha para ocultarme, ha desper- tado la atención de mis enemigos, que por fin me han descubierto y me reclaman para el sacrificio. Al conocer mi suerte me arrojé llorando en brazos de Natacha, pues mis diez y ocho años se rebelaban a
morir.