Sorprende desde luego la estructura de su prosa. Efectivamente, la sobriedad rara vez se encuentra en los comienzos de la vida li- teraria. Se reacciona en forma despropor- cionada al estímulo y el motivo. Hay casi siempre un poco de exuberancia, que hace que se ceda fácilmente a los excesos. La imagi- nación se adelanta habitualmente al desen- volvimiento de las otras cualidades.
Tampoco es una prosa de principiante. Ninguna de esas preferencias, que los atrac- tivos fáciles, engañosos de brillo y colorido, aturden las primeras iniciaciones. Los pá- rrafos se perfilan con soltura y seguridad. Las palabras han brotado sin esfuerzo, por holgada y espontánea elaboración. Quizás impresionen como elegidas, por lo delicadas y precisas, pero es la selección operada por el hábito que da el contacto de las flores y las perlas. No hay sonoridad en el ritmo, ni despliegue de tonos brillantes y colores