Página:Melo y Parravicini Fantasias.djvu/50

Esta página no ha sido corregida

— 56 —

pero al recuerdo del cazador de antílopes aña- dió resuelta: — «Tómala; sólo deseo” estar cerca de él.»

Kondja, bajando los párpados para ocultar las pupilas que relampagueaban de gozo, insistió aún:

—«No te apresures a cometer un acto que más tarde no podrás reparar. Piensa que al perder tu alma inmortal no la recuperarás ya más, y que tu vida sólo durará el tiempo de tu ensueño y que se romperá junto con él.» Pero Zedra no titubeó:

—«¿Crees, Kondja, que podría reanudar mi vida anterior? ¿No piensas que el más mínimo ruido del bosque me sobresaltaría, esperando continuamente, y quizás en vano, verlo apa- recer otra vez?»

—«Reflexiona» — replicó Kondja.

—«He decidido y no me rectificaré».

—+«Sea! Pero que no llegue el arrepenti- miento demasiado tarde cuando no haya lugar

para él».

Cedía ya la tarde a la noche...