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Entre las enredaderas de la entrada ha aparecido la desconocida del bosque. El viejo se adelanta en sumisas reverencias que ella interrumpe diciendo:

—«Necesito de tu ciencia, Kondja. Quiero entrar al mundo de los hombres de barro.»

Kondja murmuró tristemente:

—«Zedra, ¿por qué quieres abandonar el reino de la pureza? ¿Por qué quieres dejar a tus hermanas que danzan en el bosque y conversan con las aves y las flores?»

Pero ella sólo respondió:

—«<Quiero convertirme en ser humano.»

Kondja pareció meditar largo rato, luego volvió a hablar con su voz lejana:

—«Quieres trocar tu verdadera felicidad por vanos ensueños; es casi imposible lo que de- seas; sin embargo, lo obtendrás, pero su precio es muy alto.»

—«Estoy decidida a pagar lo que quieras» — dijo Zedra. — «Es el amor lo que voy a ob- tener y no importa el precio.»

—«¿Aunque sea tu belleza?»

—«¡ Mi hermosura !» —repitió estremecida,