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LA LEYENDA DE JORZA

Rápido como el vértigo, rasgando el viento, y dejando tras sí nube de polvo levantada por los cascos brillantes de su corcel árabe, el cuerno en los labios en perenne toque de caza, huye, por el aire, entre el bosque de plátanos, el príncipe Jorza. A su paso los monos se detienen al borde de las ramas, ab- sortos sus ojos vivaces; las culebras, enroscadas en los troncos, sienten la fascinación del vér- tigo, más poderosa que la de sus pupilas, y los pájaros de la selva enmudecen un instante.

Y Jorza sigue su carrera en persecución del antílope herido por su flecha. Huella bosques, valles, desfiladeros, las cálidas orillas del Gan- ges que com su confuso rumor le envía