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de lotos y crisantemos, donde tantas veces paseamos juntos, y a mi musmé apoyada en
el portón, llorando.
X.
Es de noche; el «Ysako» se desliza blanda- mente por las aguas tranquilas; el Japón ya está muy lejos. Estoy en la proa, apoyado en la baranda, dando riendw suelta a mis pensamientos... y pienso, que quién sabe si no dejo al único ser que me quiere en ver- dad, y que creyendo ir detrás del pájaro azul, lo he dejado prisionero en una casita de papel, rodeada de crisantemos y de lotos.