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veces cruza como una sombra? ¿Por qué estos pliegues de dolor? Es que hay una preocupación filosófica, una meditación de sensibilidad delicada y profunda. Un pensa- miento la inquieta y la hace sufrir: este con- flicto que ofrece la vida entre lo permanente y lo transitorio, entre lo efímero y lo eterno. Los sentimientos de mera incidencia y halago, sin intensa y honda penetración, definen mu- chas veces y substancian la vida, a costa de lo grande y sagrado. Ha contemplado a su alrededor esta pugna de lo ligero y deleznable, primando sobre lo sólido y verdadero, y se ha conmovido. NAGASAKI y ÁNA DE PRraA- ZINKA traslucen ese conflicto, con la fácil inclinación a dejarse llevar por las impresio- nes del día, aguijoneadas por la caricia de sensaciones indolentes. No es sino la defini- ción de la sensibilidad femenina contempo- ránea, de esta sensibilidad que la vida artifi- ciosa ha conformado. Una necesidad de vivir vertiginosamente apresura todo, hasta la misma existencia. Sólo sirve loque cambia y no se repone, lo que pasa y no vuelve. El alma se
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