la mujer embellece y encubre hasta sus mismas lágrimas.
Por su padre, ha sido aborrecida y calumniada, porque los vicios y los delitos de él no provocaban, durante el vértigo de la guerra civil, sino el horror a cuanto le rodeaba y le pertenecía.
Por su padre, ha tenido que divorciarse con la humanidad entera, y cerrar su alma a todo otro sentimiento que no sea de partidos políticos.
Por su padre, su corazón no conoce, a los treinta y tantos años de su vida, la felicidad que la voz misma, de Dios ha santificado en la humanidad. Su juventud se ha perdido; se perderá su vida, y su cabeza no se habrá reclinado jamás sobre el seno de un esposo.
Por su padre, tiene que proscribir de su lado todas las personas honradas y cultas de su país.
Y por su padre, en fin, pasará su nombre a la posteridad, a recibir el jui-