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otra vereda en los caminos del vicio! Ayer la prostituía con sus asesinos, hoy la prostituye con la mentira, con el artificio, con el lodo.

Pero aún concediendo que esa vida de apariencias civilizadas que hoy goza Manuela en su palacio de Palermo, pudiera distraer su espíritu, ¿será menos verdad que para las pasiones nobles, su corazón es un desierto donde la flor que brotara sería arrancada por la mano parricida de Rosas? Será menos cierto, que del cielo que la cubre no es posible que se desprenda una sola gota de rocío, para apagar esa sed de la naturaleza humana que se llama el amor, sino es entre una nube de misterio y culpa?

Alma endurecida en el yunque de los delitos, Rosas es incapaz de apiadarse de la situación a que él mismo ha condenado el corazón de su hija. Pero la naturaleza habla alguna vez hasta en