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propensiones, es, con frecuencia, el más aproposito a la fiebre de una pasión violenta y arrebatada. En un corazón así no hay lágrimas, no hay esa melancolía dulce y espiritual que consume lenta y gradualmente al alma humana en quien el sentimiento predomina; pero hay toda la energía necesaria para la desesperación y hasta para el suicidio muchas veces.

Retroceded la mente a la historia de las sociedades primitivas, y no encontraréis por cierto sino espectáculos salvajes, donde la naturaleza moral de la mujer debía perder todos los instintos angelicados con que salió de las manos de la naturaleza: y es una verdad, sin embargo averiguada por la filosofía y por la historia, que las pasiones, y la del amor especialmente, se ostenta más enérgicas y profundas a medida que la humanidad está más proxima al origen que le conocemos.