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estoy de conformarme con la consecuencia que sacan de esto, es decir, que a tal mujer, el amor le debe ser del todo indiferente, y que la ausencia de este sentimiento en ella, no puede por lo mismo ser echado de menos en su corazón!

La sensibilidad no es el amor; ni es tampoco la capacidad de sentirlo; es, simplemente la facultad moral que lo embellece y lo espiritualiza. Pero el amor, ese sentimiento imantado que aproxima los dos sexos, tiene mil modos de, ser diferentes con el corazón humano. Y es quizá más imperativo y violento allí donde penetra al traves de un espíritu fuerte y endurecido por las impresiones enérgicas y rudas de la vida.

Las facultades morales se activan las unas por la decadencia o la extinción de las otras, como sucede en la organización física. Y el corazón menos delicado y tierno en sus instintos y en sus