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mar de sangre y de crímenes, y ganan la ribera opuesta del Plata.

Buenos Aires queda en poder de los bandidos. Las víctimas ya no estaban allí. Y a esta época desapareció de Buenos Aires el último vestigio de aquella sociedad noble y delicada que había hecho su rango y su cultura en otro tiempo.

Manuela ve y oye estas calamidades de su patria, cuyos primeros mártires fueron las personas de su sexo. Cerca de ella vienen a contar sus proezas de sangre los famosos asesinos de Octubre, y una atmósfera de sangre y de lágrimas viene al fin a esparcirse sobre la frente de esa mujer infeliz, que para evitar una sola lágrima era tan imponente como la última persona del pueblo.

Los medios de terror, de este o del otro modo se prolongan hasta 1842 en que se repiten las escenas de 1840, y