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40, en que los sucesos conspiran repentinamente en favor de Rosas, próximo a su fin.

Había sido sorprendido por sus enemigos en medio de su colosal empresa.

Los ejércitos habían llegado hasta las puertas de la capital, cuando aun no se había extinguido en ella la conciencia de la dignidad y del valor nacional, y tal ocurrencia puso a Rosas en situación difícil y tirante. Pero libre de ese peligro, Rosas se apresura a reparar su falta, dando su último golpe de estado.

El cuchillo de marzorca se convierte en guillotina oficial por un mes entero. La sangre riega las calles, y cabezas humanas aparecen en el día en los parajes públicos.

El terror se apodera de todos los espíritus.

Ola de gente se desbordan de ese