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la existencia. Hombres y mujeres nececitan las sensaciones fuertes de la intriga y del delito, para satisfacer su inclinación al mal"; así me repetía una persona cuyo talento admiro y cuyo temperamento frío y desapasionado le hace ver las cosas en su verdadero punto de vista, generalmente. [1]

Pero admitiendo tal clasificación para Manuela ¿quién sería sino su padre el responsable de sus faltas? ¿quién sería sino ella la víctima de esa imposición terrible de vivir soltera, de no poder hacer ostentación legítima de sus amores, a que le ha condenado el mismo que le dió la vida?

Así, la última de las jóvenes argentinas en la gerarquía social, es más feliz que la hija de don Juan Manuel Rosas.

  1. Marmol se refiere al brigadier don Tomás Guido según me manifestó cierta ocación el general don Bartolomé Mitre. (J. A. S.)