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CAPÍTULO 8 ¥
LAS FINANZAS EN LA VEJEZ

dispondrá de reservas a las cuales echar mano, sobre todo para emergencias, que en la vejez no faltan. Este «colchón de seguridad financiera» en muchos casos es un salvavidas.

Sobre la base de la sana regla de las finanzas públicas que indica que «los gastos corrientes se financian con ingresos permanentes y los gastos extraordinarios con ingresos extras» revisemos el siguiente recuadro que muestra una estructura de ingresos y gastos propios de la vejez:

INGRESOS PERMANENTES GASTOS CORRIENTES
PENSIÓN MENSUAL, ARRIENDO DE ALGÚN BIEN RAÍZ, INTERÉS DE ALGUNA INVERSIÓN,

ALGÚN INGRESO DE HONORARIOS

GASTOS MENSUALES COMO ALIMENTOS, VIVIENDA, VESTUARIO, TRANSPORTE, GASTOS COMUNES Y SERVICIOS (LUZ, AGUA, GAS, TELEFONÍA, TELEVISIÓN, INTERNET, LIMPIEZA, SERVICIO DOMÉSTICO)
INGRESOS EXTRAS GASTOS EXTRAS E IMPREVISTOS
INDEMNIZACIONES LABORALES, RETIRO DE LIBRE DISPOSICIÓN DE PENSIONES, VENTA O LIQUIDACIÓN PARCIAL O TOTAL DE UNA O MÁS INVERSIONES VACACIONES Y VIAJES, GASTOS MÉDICOS (MEDICINAS, HOSPITALIZACIÓN Y OTROS TRATAMIENTOS MÉDICOS) E IMPREVISTOS

Al término de la vida laboral, los ingresos por indemnizaciones no son comunes a todo trabajador que se retira. Si hay acceso a ellos, se sugiere no gastarlos todos de una vez, idealmente ahorrar algo, sin por eso dejar de disfrutar planificando algún viaje pendiente, por ejemplo. Lo mismo es posible con el ingreso de libre disposición que se pueda obtener de la AFP al jubilarse. Y, si se tienen, se sugiere dejar para emergencias o imprevistos la venta o liquidación de inversiones.

Si los ingresos son limitados siempre se puede pensar en alternativas para aumentarlos o bien, reducir los gastos.

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