Página:Manual alfabético del Quijote.djvu/96

Esta página ha sido corregida
— 90 —
SEPULCROS.

Los sepulcros de los gentiles fueron por la mayor parte suntuosos templos: las cenizas del cuerpo de Julio Cesar se pusieron sobre una pirámide de piedra de desmesurada grandeza, á quien hoy llaman en Roma la aguja de San Pedro. Al emperador Adriano le sirvió de sepultura un castillo tan grande como una buena aldea, á quien llamaron Moles Adriani, que ahora es el castillo Santángel en Roma. La reina Artemisa sepultó á su marido Mausoleo en un sepulcro que se tuvo por una de las siete maravillas del mundo. [1]

  1. Si el orgullo humano ha querido estender su dominio mas alla de la vida, la religion ha inspirado aun á los mas humildes el respeto á los sepulcros.» La bestia dice el autor del genio del cristianismo, con su acostumbrada originalidad ¿conoce acaso su feretro ó se inquieta con sus cenizas? ¿Qué impresion la hacen los huesos de sus padres? O, por mejor decir, sabe cual es su padre despues que pasan las necesidades de la infancia? ¿De donde, pues, nos viene la poderosa idea que tenemos de la muerte? ¿por ventura merecerán nuestros homenages algunos terrones de polvo? no seguramente; no respetamos las cenizas de nuestros antepasados, sino porque una voz secreta nos dice que no está muerto todo en ellos. Esto es lo que consagra el culto fúnebre entre todos los pueblos de la tierra. Todos estan igualmente persuadidos que no es durable el sueño aun en el sepulcro, y que no os otra cosa la muerte que una transfiguración gloriosa». La vista de los sepulcros es fuente de los graves pensamientos y de las ideas sublimes. Conocido es el poema de Harvvey sobre este asunto, asi como las inspiraciones que les debió Young; y estas no solo á los poetas como son los dos citados, sino tambien a los meros filósofos. «Cuando vuelvo los ojos á los sepulcros de los grandes dice el Expectador ingles; siento que se estingue en mi todo prinripio de envidia; cuando me entretengo en leer los epitafios de las personas célebres por su hermosura, desaparece de mi corazon todo apetito desarreglado; cuando veo las quejas de los padres y de las madres gravadas sobre el sepulcro de sus hijos, me enternezco y lloro; cuando contemplo á los padres y madres sepultados en un mismo sitio, pienso cuan vano es afligirse por aquellos á quienes tan en breve debemos seguir: cuando considero a los monarcas tendidos en el polvo junto aquellos que los depusieron, ó á los rivales que se disputaron la gloria, ó á los que alborotaron el mundo con sútiles disputas, colocados los unos á par de los otros, me asombro y concibo un doloroso enojo contra las facciones y espíritu de partido que dividen el triste linage humano; y en fin cuando examino las fechas inscriptas en los sepulcros, una de las cuales son del dia anterior, y las otras cuentan de cinco á seis siglos, no puedo menos de pensar en aquel gran dia que nos hará á todos contemporáneoss. He aqui otro hermoso pensamiento del autor de los Estudios de la naturaleza sobre los sepulcros: «entre ellos, dice, es donde gusto meditar. Ellos componen la ciudad de la paz de donde han huido el poder y el orgullo, y en donde reposan seguras la inocencia y la virtud: allí han muerto todos los temores de la vida y aun el del mísmo morir. Es el parador en donde el viagero ha desenganchado por última vez, y en donde descansa el Paria.» «Un sepulcro es un monumento colocado en los límites de ambos mundos.» A pesar de todo, el poder de las luces, no se ha logrado desterrar enteramente de España la preocupacion qne se opone al establecimiento general de los campos santos fuera de las poblaciones; pero en compensacion se echa de ver con placer el buen gusto que reina en la mayor parte de los ya establecidos, tanto en su construccion material, cuanto en los plantios que los amenizan, tan análogos al dogma consolador de la resureccion, y en la feliz aplicacion de muchos testos sagrados. Entre otras inscripciones recordamos esta, de un pueblecito de las provincias cántabras: Hic expecto donee veniat inmntatio mea; aquí espero el momento de mi renovacion.