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embustero, este el mercader, aquel el soldado, otro el simple discreto, otro el enamorado simple, y acabada la comedia y desnudándose de los vestidos de ella, quedan todos los recitantes iguales. Pues lo mismo acontece en la comedia y trato de este mundo, donde unos hacen los emperadores, otros los pontífices, y finalmente todas cuantas figuras se pueden introducir en una comedia; pero en llegando al fin, que es cuando se acaba la vida, a todos les quita la muerte las ropas que los diferenciaban, y quedan iguales en la sepultura.


¡Brava comparacion! dijo Sancho, aunque no tan nueva que yo no la haya oido muchas y diversas veces, como aquella del juego del ajedrez, que mientras dura el juego cada pieza tiene su particular oficio, y en acabándose el juego todas se mezclan, juntan y barajan, y dan con ellas en una bolsa, que es como dar con la vida en la sepultura.


A buena fe, señor, respondió Sancho, que no hay que fiar en la descarnada, digo en la muerte, la cual tambien come cordero como carnero; y á nuestro cura he oido decir, que con igual pie pisaba las altas torres de los reyes, como las humildes chozas de los pobres. Tiene esta señora mas de poder que de melindre; no es nada asquerosa, de todo come y á todo hace, y de toda suerte de gentes, edades y preeminencias hinche sus alforjas. No es segador que duerme las siestas, que á todas horas siega y corta asi la seca como la verde yerba, y no parece que