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se las cure: ha de ser astrólogo, para conocer por las estrellas cuantas horas son pasadas de la noche, y en qué parte y en qué clima del mundo se halla: ha de saber las matemáticas, por que á cada paso se le ofrecerá tener necesidad de ellas; y dejando aparte que ha de estar adornado de todas las virtudes teologales y cardinales, descendiendo á otras menudencias, digo, que ha de saber nadar, como dicen que nadaba el peje Nicolas ó Nicolao, ha de saber herrar un caballo, y aderezar la silla y el freno: y volviendo á lo de arriba, ha de guardar la fe á Dios y á su dama: ha de ser casto en los pensamientos, honesto en las palabras, liberal en las obras, valiente en los hechos, sufrido en los trabajos, caritativo con los menesterosos, y finalmente mantenedor de la verdad aunque le cueste la vida el defenderla. [1]

  1. La graciosa descripcion que hace aqui el hidalgo manchego de las prendas que debian adornar á un caballero andante, prueba en primer lugar que la institucion de la caballeria andante, que como todas las humanas vino con el tiempo á adulterárse, era esencialmente buena en su origen; y demuestra ademas que la fina sátira de su obra inmortal tuvo solamente por blanco los abusos en que posteriormente incurrió con notable perjuicio de la razon y las costumbres. Un caballero, conforme al tipo que aqui se presenta, era efectivamente un cristiano en toda su perfeccion de desprendimiento y amor á sus semejantes.


CABALLEROS ANDANTES.

Ya no hay caballero que duerma en los campos sujeto al rigor del cielo, armado de todas