defender su vida, que es de ley natural y divina; la tercera, en defensa de su honra, de su familia y hacienda; la cuarta, en servicio de su rey en la guerra justa; y si le quisieremos añadir la quinta (que se puede contar por segunda) es en defensa de su patria. A estas cinco causas como capitales se pueden agregar algunas otras, que sean justas y razonables, y que obliguen á tomar las armas; pero tomarlas por niñerias, y por cosas que antes son de risa y pasatiempo que de afrenta, parece que quien las toma carece de todo razonable discurso. [1]
Porque no hay otra cosa en la tierra mas honrada ni de mas provecho que servir á Dios primeramente y luego á su rey y señor natural, especialmente en el egercicio de las armas, por las cuales se alcanzan, si no mas riquezas, á lo menos mas honra que por las letras, como ya tengo dicho muchas veces; que puesto que han fundado mas mayorazgos las letras que las armas, todavia llevan un no sé qué los de las armas á los de las letras, con un sí sé qué de esplendor que se halla en ellos, que los aventaja á todos.
Quitenseme de delante los que dijeren que las letras hacen ventaja á las armas, que les diré y sean quien se fueren, que no saben lo que dicen: porque la razon que los tales suelen decir y á lo que ellos mas se atienen es que los