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es todo alegría, regocijo y contento, y mas cuando el amante está en posesion de la cosa amada, contra quien son enemigos opuestos y declarados la necesidad y la pobreza.


El amor y la guerra son una misma cosa; y asi como en la guerra es cosa licita y acostumbrada usar de ardides y estratagemas para vencer al enemigo, asi en las contiendas y competencias amorosas se tienen por buenos los embustes y marañas que se hacen para conseguir el fin que se desea, como no sean en menoscabo y deshonra de la cosa amada.


El amor en los mozos por la mayor parte no lo es, sino apetito, el cual como tiene por último fin el deleite, en llegando á alcanzarle se acaba y ha de volver atras aquello que parecía amor, porque no puede pasar adelante del término que le puso naturaleza, el cual término no le puso á lo que es verdadero amor. [1]

  1. Esta importante máxima, asi como la última, de este artículo debieran grabarla profundamente en su ánimo, las jóvenes que no quieran ver espuesta su virtud á las intrigas de la seduccion disfrazada con la máscara del amor. Esta pasion necesaria para la conservacion de la especie humana, indispensable para la felicidad de la sociedad conyugal es en si noble, desinteresada y consiste en una simpatia indefinible pero declarada con el objeto amado, cuya delicadeza teme ofender el verdadero amante, y á cuya posesion no aspira sino por los medios que la religion y la sociedad sancionan. Lo que se desvia de este término moral no es amor, es apetito, es desenvoltura.