afrentado, porque los niños no sienten, ni las mugeres, ni pueden huir, ni tienen para que esperar, y lo mismo los constituidos en la sacra religion; porque estos tres géneros de gente carecen de armas ofensivas y defensivas; y asi aunque naturalmente esten obligados á defenderse, no lo estan para ofender á nadie: y aunque poco ha dije que yo podia estar agraviado, ahora digo que no en ninguna manera, porque quien no puede recibir afrenta, menos la puede dar; por las cuales razones yo no debo sentir ni siento las que aquel buen hombre me ha dicho.
No afrentan las heridas que se dan con los instrumentos que acaso se hallan en las manos, y esto está en la ley del duelo escrito por palabras espresas: que si el zapatero da á otro con la horma que tiene en la mano, puesto que verdaderamente es de palo, no por eso se dirá que queda apaleado aquel á quien dió con ella.
Esto, que el vulgo suele llamar comunmente agüeros, que no se fundan sobre natural razon alguna, del que es discreto han de ser tenidos y juzgados por buenos acontecimientos.