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ha confirmado este juicio. Cierto es que abunda en lances de novedad é interes; que muchas pinturas tienen verdad, y que es gallarda su narracion; pero se advierte rota la unidad con la profusion de episodios y le falta un fin moral que es el alma de semejantes composiciones. Esta obra fue una de las postreras de su vida, en cuyo último periodo tenia ya concluidas ó cerca de concluirse las Semanas del jardin, el Bernardo y la segunda parte de la Galatea.

Hacia ya tiempo que le aquejaba un afecto de hidropesia, cuyos ataques sobrellevaba con aquella alegria filosófica que jamas le desamparó, como hija de su virtud, y de sus trabajos y amor á las letras. El mismo describe con admirable serenidad los trámites de ella, refiriendo el viage que hizo desde Esquivias á esta corte, en el que un estudiante le desengañó de que su achaque no tenia cura. Se fue pues agravando este sucesivamente hasta el dia 18 de abril de 1616 en el que se le administró la Uncion. Entonces fue cuando mirando á la muerte con un noble desprecio, echó Cervantes el sello á su valor y su gratitud escribiendo á orillas del sepulcro la dedicatoria del Persiles, con una entereza que no es concebible en aquel trance en que los demas hombres se olvidan de todo. Esta carta puede mirarse como la última hoja de la corona literaria de Cervantes; y siendo tambien su último pensamiento, tócale entre los suyos este