declamaciones de algunos sabios de aquel tiempo, que el vulgo no las leia, ó no las entendía aun cuando las leyese. Cervantes, para vencer al enemigo, tomó sus propias armas, y escribió tambien un libro de caballeria que los superara á todos en novedad y en placer, sin necesidad de valerse para ello de inverosimilitudes ni anacronismos; y que agradase á toda clase de personas en cualquiera sazon, en todo tiempo: asi es que cuanto mas se considera esta obra, tanto menos se acierta á decidir cual deba admirarse mas entre la imaginacion que la inventó, el gusto con que se ejecutó ó la diccion con que se espresaron sus pensamientos. Aun mucho mas asombra esta reunion de circunstancias literarias, si se reflexiona que vió la luz en el siglo diez y seis, siglo que fue mas bien de disputas y erudicion pedantesca, que de luces y buen gusto.
El mérito de esta obra, el análisis de sus bellezas, el parangon de él con las obras maestras de imaginacion, han sido objeto que ha ocupado á muchas y discretas plumas; y por lo mismo nos abstendremos de tratar aqui de un punto tan examinado y reconocido, dejando á la obra, para seguir á su desdichado autor.
Viendo Cervantes que cuando se publicó la primera parte del Quijote en el año de 1605 no llegaba á comprenderse tan de pronto la finísima sátira que encerraba, ocurrió á su fecundísimo ingenio hacer una crítica aparente