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Viana á sus compañeros, cuando uno de ellos fue el que les vendió, dando parte al rey Azan del secreto de la cueva y llegando su bajeza hasta presentarse á la cabeza del destacamento que fue á prenderlos. Cervantes, siempre sereno y dueño de sí mismo, se imputó á sí solo el plan de la empresa, ofreciéndose al castigo para que se libertasen de él sus compañeros. No fue poca la admiracion general en Argel al ver que reclamado por Arnaute Mamí, no le dió castigo alguno, llevado sin duda de cierto respeto hacia su noble osadia. Parecia que Cervantes desafiaba cada vez mas a su mala fortuna, pues armó otro y otros proyectos, que igualmente se malbarataron, y concibió por último el mas atrevido, cual fue el de sublevar á todos los esclavos de Argel, libertarlos á todos y apoderarse de la plaza. El rey Azan á cuyos oídos llegó la noticia de este designio, ya no dió por seguros sus cautivos, su reino y sus bageles sí no tenia asegurado por sí mismo al manco Español, que con estas palabras se espresó, y le compró de su primer amo, á fin de tenerle bajo una vigilancia mas inmediata y rigorosa. Permaneció pues cautivo hasta el año de 1580. Su madre Doña Leonor de Cortinas aprontó unos trescientos ducados, y los religiosos trinitarios completaron la restante hasta la cantidad de 500 escudos que pedia el moro por su libertad.

A principios del año de 1581 volvio á su patria, ya que no á sufrir los hierros de