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la pobreza; cuanto mas que ya se va dando orden como se entretengan y remedien los soldados viejos y estropeados, porque no es bien que se haga con ellos lo que suelen hacer los que ahorran y dan libertad á sus negros cuando ya son viejos, y no pueden servir, y echándolos de casa con título de libres, los hacen esclavos de la hambre, de quien no piensan ahorrarse sino con la muerte. [1]


No hace menos el soldado que pone en egecucion lo que su capitan le manda, que el mismo capitan que se lo ordena. Quiero decir, que los religiosos con toda paz y sosiego piden al cielo el bien de la tierra; pero los soldados y caballeros ponemos en ejecucion lo que ellos piden, defendiéndola con el valor de nuestros brazos y filos de nuestras espadas, no debajo de cubierta, sino al cielo abierto, puestos por blanco de los insufribles rayos del sol en verano y de los erizados hielos del invierno. Asi que somos ministros de Dios en la tierra, y brazos por quien se egecuta en ella su justicia. Y como las cosas de la guerra, y las á ellas tocantes y concernientes, no se pueden poner en egecucion, sino sudando, afanando y trabajando escesivamente,

  1. Antigua cuanto fundada queja ha sido en nuestra España la del triste abandono del soldado estropeado, reducido á la mendicidad en pago de haber conservado la tranquilidad y bienes de sus conciudadanos á costa de su sangre. Pero quedará ya acallada con el grandioso pensamiento del establecimiento de invalidos en el suntuoso edificio del Escorial; proyectado bajo nuestro actual ó ilustrado gobierno.