Página:Malva y otros cuentos (1920).pdf/94

Esta página no ha sido corregida
90
 

No son tonterías. ¡Siéntate!

Jacobo se sentó, apretando los dientes de rabia.

—¿Qué hay?

—Un poco de paciencia. Calla y déjame reflexionar: después te lo diré.

Ante la mirada amenazadora de sus ojos insolentes, Jacobo acabó por someterse.

Malva y Vasily caminaron algún tiempo en silencio. Ella miraba de reojo la faz del padre de Jacobo, y sus pupilas brillaban de un modo extraño. La expresión de Vasily era sombría. Como sus pies se hundían en la arena, ambos avanzaban lentamente.

—¡Vasia!

—¿Qué?

Vasily miró a Malva; pero volvió al punto la cabeza.

—La riña que he provocado entre ti y Jacobo ha sido intencionada. Podríais vivir aquí tranquilamente sin reñir.

La voz de Malva era serena y monótona; en sus palabras no había ni sombra de arrepentimiento.

—¿Por qué has hecho eso?—preguntó Vasily tras un corto silencio.

—No lo sé...

Malva se encogió de hombros y se sonrió.

¡Está muy mal lo que has hecho!—reprochó él, con voz colérica.

Ella no contestó.

— Vas a pervertir a mi hijo definitivamente!