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IGNAZ FRIEDMAN
Cuando tocas con tus manos, (¿manos?, ¡alas!) el teclado
Nuestro espíritu concéntrase, noblemente emocionado,
Y se olvida, (dulce olvido), de su cuerpo maculado,
Y en el cálido estallido de una espléndida ovación
Se hace carne y enguirnalda la divina ejecución
De tus manos, (¿manos?, ¡alas! ), que abren campo a la emoción.
Cuando tocas con tus manos, (¿manos?, ¡filtros!) el teclado
Cada nota gime o canta como un pájaro encantado
Bajo cada dedo tuyo, sacerdote de belleza
Que obedece al Gran Pontífice Soberano: tu cabeza,
Bajo cada dedo tuyo que es un brujo de emoción,
Que en hechizos melodiosos nos fascina el corazón.