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Introducción

Cayó el rico imperio de Moteczutma, herido por la espada de un aventurero audaz é inteligente, y adueñáronse los españoles de inmensas posesiones en América, en medio del estruendoso rumor que levantaba la humanidad, en el siglo más glorioso y más fecundo en grandes acontecimientos que registra la Historia.

Jamás el espíritu humano ha desplegado con tan vigorosas energías su poderosa actividad en todos sentidos: todo se creaba, todo se reformaba; el mundo se conmovía en espantosa revolución, atravesando por un período verdaderamente apocalíptico, en el que parecían haberse dado cita sobre la tierra todas las heroicas virtudes y todos los horribles vicios, para producir las acciones más sublimes y los crímenes más repugnantes; las obras de arte más suntuosas y las más lastimeras destrucciones; las teorías más avanzadas de libertad y de progreso, los descubrimientos más maravillosos en las ciencias y en las artes, y las más ignominiosas doctrinas de despotismo y abyección, y el más culpable empeño para extender la ignorancia y el oscurantismo.

Era el siglo del combate de todos contra todos. Luchas religiosas, políticas, sociales, literarias, científicas; descubrimientos y conquistas de países ignorados y desconocidos; reformas en las costumbres , en las legislaciones, en la religión, en la filosofía: todo lo traía y todo lo intentaba ese siglo que preparó con una evolución convulsiva y sangrienta, la geografía del mundo y el estado de los espíritus, para recibir la semilla de la moderna civilización.