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Acta Apostolicae Sedis - Comentario Oficial

sino también en acusar al santo obispo de Alejandría Cirilo como si él, movido por una rivalidad injusta, calumniara a Nestorio y trabajara con todas sus fuerzas para provocar su condena por doctrinas que nunca enseñó. Y los mismos defensores del obispo de Constantinopla no dudan en lanzar la misma gravísima acusación contra nuestro bendito antecesor Celestino, de cuya inexperiencia supuestamente abusó Cirilo, y contra el sacrosanto Concilio de Éfeso.

Pero contra tal ataque, no menos vanidoso que temerario, toda la Iglesia a través de los concilios ecuménicos, siempre celebrados bajo la guía del Espíritu Santo, ha proclamado unánimemente su reprobación, y en todo momento reconoció la condena de Nestorio como merecidamente pronunciada, consideró ortodoxa la doctrina de Cirilo y del Concilio de Éfeso.

Y de hecho, si bien se omiten muchos otros testimonios muy elocuentes, es válido el de muchos seguidores del propio Nestorio, que vieron los acontecimientos que se desarrollaban bajo sus propios ojos, y no estando vinculados a Cirilo por ningún vínculo; sin embargo, aunque empujados al contrario por la amistad con Nestorio, por el gran atractivo de sus escritos y por el ardor acalorado de las disputas, después del Concilio de Éfeso, como golpeados por la luz de la verdad, abandonaron gradualmente al hereje obispo de Constantinopla que, de acuerdo con la ley eclesiástica, debía evitarse. Y algunos de ellos ciertamente sobrevivieron, cuando Nuestro predecesor de feliz memoria, León Magno escribió al obispo de Marsala Pascasino, su legado en el Concilio de Calcedonia: "Bien sabes que toda la Iglesia Constantinopolitana, con todos sus monasterios y muchos obispos, dio su consentimiento y firmó la condena de Nestorio y Eutiques, y sus errores"[1]; y en la carta dogmática dirigida al emperador León, acusa abiertamente a Nestorio de hereje y maestro de herejía, sin que nadie lo contradiga. El escribe:

  1. Mansi, loc. cit., VI, 124.