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Acta de Pío XI

Por eso Jesucristo, nuestro Señor, movido por sus voces blasfemas, a través de este santo Sínodo declaró al mismo Nestorio privado de la dignidad episcopal y separado de todo consorcio y reunión sacerdotal”[1].

Esta fue también la profesión que hizo Fermo, obispo de Cesarea, en la segunda sesión del Concilio, con las siguientes claras palabras: "La Santa Sede Apostólica y el Santísimo Celestino, con la carta dirigida a los obispos más religiosos, también prescribió previamente el juicio y la regla en torno a este caso; de acuerdo con ellos ... como Nestorio, citado por nosotros, no apareció, cumplimos esa sentencia, pronunciando el juicio canónico y apostólico contra él”[2].

Pues bien, los documentos que hemos mencionado hasta ahora prueban de manera tan evidente y significativa la fe ya entonces comúnmente vigente en toda la Iglesia en torno a la autoridad independiente e infalible del Romano Pontífice sobre todo el rebaño de Cristo, que nos recuerdan esa clara y espléndida expresión de Agustín sobre el juicio pronunciado unos años antes por el Papa Zósimo contra los pelagianos en su Epístola Tractoria: "En estas palabras, la fe de la Sede Apostólica es tan antigua y bien fundada, tan cierta y clara es la fe católica, que no es lícito a un cristiano a dudar de ella"[3].

¡Ojalá hubiese podido intervenir el santo obispo de Hipona[a] en el Concilio de Éfeso! ¡Cómo habría ilustrado los dogmas de la verdad católica con esa admirable agudeza de su ingenio, viendo el peligro de las discusiones, y cómo las habría defendido con su fuerza de espíritu! Pero cuando los legados de los Emperadores llegaron a Hipona para entregar la carta de invitación, no pudieron evitar llorar esa clarísima lumbrera de la sabiduría cristiana y su sede devastada por los Vándalos.

No ignoremos, Venerables Hermanos, que algunos de los que, especialmente en nuestros días, se dedican a la investigación histórica, no solo se esfuerzan en absolver a Nestorio de todas las acusaciones de herejía,

  1. Mansi, loc. cit., IV, 1294 sq.
  2. Mansi, loc. cit., IV, 1287 sq.
  3. Epist. 190; Corpus Scriptorum ecclesiasticorum latinorum, 57, p. 159 sq.