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LOS ZAPATOS COLORADOS
dose de la llave del armario, tomó los zapatos y se los calzó diciendo: «Ahora sí que no es pecado ponerse este calzado, puesto que es para un baile, como dijo el inválido.»
En cuyos lindes vió al viejo inválido.
Y hé aquí que sale de casa con sus zapatos colorados, pero otra vez á pesar suyo se pone á dar saltos á derecha é izquierda, llamando la atencion de los transeuntes con sus brincos, lo cual no la disgustaba, pero al llegar á la puerta de la casa del baile, se halló sumamente cansada y no la quedaban fuerzas para dirigirse por sí misma. Tuvo, pues, que dejarse guiar por sus zapatos que la llevaron por