sombra, cosa casi desconocida en el mundo de los duendes. Así es que se mostraba muy ufana con ella.
La tercera era de muy buena pasta y había aprendido en el palacio de la reina de los hornagueros á hacer una cerveza exquisita; sabía tambien sazonaas raíces de olmos y pinos y servirlas mechadas con uciérnagas.
« Será una excelente ama de gobierno, dijo el eal vejestorio, pero mis hijos no necesitan tales alicientes para abrirles el apetito, pues lo que les sobra son ganas de comer y beber.
Acercóse la cuarta con una hermosa arpa de oro; en cuanto vibró una cuerda, todo el mundo alzó una pata y la de los tres gnomos fué la izquierda, porque toda su raza era zurda. Continuó tocando el instrumento y todos los circunstantes, impulsados por una fuerza mágica, se levantaron y pusiéronse á bailar y patear.
« Basta, basta, exclamó el viejo gnomo. Pierda yo mi corona ántes que mis hijos se casen con una moza que los lleve por los piés. ¿Y tú, chiquita, qué sabes hacer? dijo á la quinta princesa que se adelantaba haciendo dengues.
- Yo, dijo, he aprendido á amar la Noruega y no me casaré más que con quien me lleve á ese país que tanto he soñado.
Estas palabras embelesaron al viejo de Dovre, pero