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ANDERSEN.

ambas, cada cual en su clase, llevan la marca de lo bello. Los hombres pueden desdeñar y tratar de vulgar la pobre flor, pero ella no tiene por qué quejarse de Dios.

Y el rayo de sol acarició el diente de leon y á la ramita, que se sonrojó algun tanto al ver la despreciada planta puesta al lado suyo bajo un mismo pié.