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EL ENFERMO.

¿Cómo podría impedir tan inminente castástrofe? Parecíale que el corazon se le salia del pecho cuando el gato, saltando sobre la jaula, la derribó, y el desgraciado pinzon, medio muerto de miedo, se agitaba convulsivamente estrellá ndose contra los alambres.

En su desesperacion, dió Juan un agudo chillido y experimentó en todo su cuerpo una violenta conmocion; de repente, sin saber cómo lo hizo, héaquíque halla fuerzas para saltar fuera de la cama, subir á la silla, ahuyentar al gato, y cogiendo la jaula con ambas manos, salió corriendo fuera de la choza.

Reliexionó entónces y llorando de alegria exclamó: « Ya puedo andar, ya estoy curado! »

Recobró, en efecto, el uso de sus piernas . Más adelante, leyó en las obras científicas que á consecuencia de una terrible y repentina conmocion, hay enfermedades, como la que él padecia, que suelen curarse alguna vez que otra, y la suya fué uno de esos raros casos de curacion.

El institutor vivia cerca de allí y Juan fué corriendo á su ca sa, descalzo, en calzoncillos, tal como salió de la cama, y llevando la jaula en la mano. El buen maestro no daba crédito á sus ojos.

« Ya puedo andar, gracias á Dios todopoderoso, ya puedo anclar », exclamaba Juan fuera de sí y sollozando de gozo. El que experimentaron Pedro y Cris-