ella subió á su pobre cuarto y se puso á repasar las oraciones de su devocionario.
En medio de su fervor, llevóla el viento los armoníosos sonidos del órgano, Cármen miró al cielo con el rostro anegado en llanto y exclamó : « ¡Dios mio, socorredme! »
Al momento resplandeció en torno suyo una luz mas viva que el sol y se la apareció el mismo ángel que habia visto ántes á la puerta de la iglesia, pero en vez de la espada centellante tenia en la mano una rama cubierta de bellísimas rosas; tocó con las flores el techo, que se levantó, se ensancharon las paredes y Cármen se halló transportada en medio de la iglesia donde resonaba el órgano sagrado. Cuando acabaron los cantos, vióla el cura y la dijo : « Bien venida seas. » — Y ella respondió: « Bendito sea Dios que me ha devuelto su gracia. »
Volvió á tocar el órgano y los niños, con voz suave, entonaron otro cántico. Un alegre rayo de sol atravesó los pintados vidrios de la iglesia y fué á iluminar á Cármen cuyo corazon rebosó de alegría y su alma, elevándose con los rayos solares, voló hácia el cielo, donde nadie le recordó los funestos zapatos coorados.