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LOS ZAPATOS COLORADOS.

y dando vueltas por medio de los campos, hasta que desaparecieron en el bosque.


Vivió en los caminos públicos como una pordiosera

La mujer del verdugo tomó á su cargo asistir á Cármen, la dió un ungüento para curarse las heridas y el verdugo la hizo un par de muletas enseñándola los salmos de la penitencia. La pobre mutilada los rezó con fervor, besó la mano al verdugo que habia manejado el hacha bendita y salió de las malezas diciendo : « Ahora que he padecido bastante con esos malditos zapatos encarnados, voy á la iglesia para que vean que estoy perdonada.» — Pero al acercarse al portal, vió sus lindos y amputados piececitos