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ANDERSEN.
medio de calles sombrías al bosque vecino en cuyos lindes vió á la claridad de la luna al viejo inválido que la volvió á repetir : «Buenas noches, linda muchacha, ¡que bonitos zapatos de baile llevas!»
La niña se llenó de espanto y comprendió entónces que aquellos zapatos estaban encantados; quiso quitárselos, pero no pudo lograrlo, pues parecia que estaban clavados en sus piés y condenados á un movimiento perpétuo, de modo que ni aun agacharse podia para tocarlos con la mano.
Baila siempre, baila con tus zapatos colorados.
Atravesó bailando bosques, campos y praderas. Salió el sol y creyó la niña que aquel mágico poder