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tienda fué muy porfiada, porque el mancebo cra de un vigor poco comun, cayó al fin, vencido, con mucho sentimiento de los espectadores, que simpatizaban grandemente con él. Caidu lleva su hija á las batallas, y no cuenta con soldado más valeroso ni más intrépido: cuando echa mano á un jinete lo desmonta y lo arrastra.

CAPITULO XXXIX.

HECHOS DE LOS TARTAROS DE LEVANTE.

Abaga, señor de Levante, regía diversas provincias enfinantes con las del rey de Caidu, por la parte que en el libro de Alejandro se llama el Arbol seco. Para que estas gentes no le causasen perjuicios, Abaga había enviado á Argon, hijo suyo, con numeroso ejército de jinetes hasta el rio Gion, para que permaneciese allí y evitase todo daño.

Entre tanto Caidu reunió tambien muchas tropas, y confiándoselas á Barac su herma no, persona de experiencia y de valor, le encargó que fuese á combatir contra Argon.

Así lo hizo Barac, dirigiéndose á las orillas del Gion. En cuanto su enemigo lo supo, le salió al encuentro, y en ménos de tres jornadas se encontraron el uno enfrente del otro. Empeñada la batalla y sostenida por ambas partes con igual valentía, Barac tuvo al fin que retirarse vencido.