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dad la profesan, porque los del monte son como bestias, se alimentan de carne humana y adoran lo primero que ven al levantarse por la mañana.

El de Basma encierra habitantes por el estilo de los últimos citados. Se dicen súbditos del gran Kan, pero no le pagan ningun tributo, ni se les puede exigir, porque están muy lejos: alguna vez, sin embargo, le llevan algunas cosas. Hay allí elefantes salvajes y unicornios, no menores que elefantes, que tienen las patas como éstos, pelo de búfalo y un cuerno negro en mitad de la frente: con él no hacen daño alguno, sino con la lengua, que está armada de largas espinas.

La cabeza es de jabalí y siempre inclinada á tierra: son muy repugnantes de ver. Lo que no es verdad es que se dejen coger por las doncellas. Se crian muchos monos de diversas especies y buitres grandes, negros como cuervos y muy buenos de comer.

Ahora os diré que las noticias que han llegado á nuestro país de una raza de hombres muy pequeños, son mentira y engaño, porque todo ha nacido de que en esta isla existe una clase de monos muy pequeños y de cara muy semejante á la del hombre. Los indígenas los cogen y les pelan todo el cuerpo, excepto la barba y el pecho; dejándolos despucs á secar, bien preparados án es con alcanfor y otras sustancias, les dan un pare-