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fueran á violar aquella noche; y de los sencillos moradores todas las almas temblaban de terror, y en todas las casas, el miedo ponía priuceladas locas.

En todas, no; Chilang y Andong sonreían. Y todavía Katig bromeó:

—Eso es que nos invita; dentro de media noche, irémos Chilang y yo á saludarle; veréis cómo se encalma, cómo se endulza luego...

Noche azul. Estrellas de oro. Aire fresco y perfumado de Febrero, oloroso á selvas y aguas. No obstante, ninguna banca se ha echado á la Laguna y los rudos pesca dores duermen ó velan en sus casas.

¡Chilang!

¡Andong!

¡Chilang mía!

Bajaron, despacio, de la choza el desamarró una banca atada á un tronco de naranjas.

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